Heritage cacao: transforming the fragile into beauty

"… since ideas are not eternal like marble but immortal like a forest or a river." - Jorge Luis Borges.

For us, they are an amalgamation of both the eternal and the immortal. We reunite memories and ideas; we transform the fragile and imperfect into something beautiful to create this limited edition chocolate bar in memory of Gigi, my mother. In order make it, we go over the history of a region; we connect with our origins to bring back the glory of the heritage cacao trees that lie still in the valley where she was born. 

Everything is so vivid as if it was yesterday. My mother's excitement upon returning to La Magdalena hacienda in Chone, Manabí, Ecuador, where she grew up; her uncle Plinio's smile crossing by canoe that crystalline river to take us to his beautiful house surrounded by Arriba cacao trees. 

Her motivation to share with us the memoirs of her childhood was not fortuitous. The link of her origin had to be impregnated in our minds as a part of our DNA.

Chone had the reputation of being the cradle of beautiful Ecuadorian estates. Elegant landowners dressed in white linen and wearing Montecristi hats felt proud of cultivating the most fertile lands in the region and exporting cacao to Europe for more than one hundred years.

Since the beginning of the last century when oil had not yet been discovered in Ecuador, our country's economy lived on its abundant agriculture. Estates such as La Magdalena, Los Monos, La Primavera, El Olimpo, La Providencia, emerged and marked an era.

I could imagine my grandfather riding a horse through this imposing valley and my mother as a child, wearing her flower dress and playing among those Arriba Nacional cacao plantations. In that precise region, one of the Ecuadorian cacao barons, Don Juan Polit, a close friend to her family, established La Providencia estate, one of the icons of the golden age of cacao in Ecuador (1879 - 1920). He planted hundred of hectares of Arriba cacao, hoping that it would change people's livelihood and dreaming that single-origin cacao from Manabí would conquer the world. 

Barges loaded with cacao Arriba sailed down the Chone river to the port of Bahía de Caráquez. "From 1884 foreign ships began anchoring in Bahia. The United States established a commercial office, and sometime later, North American companies took an increased interest in the cacao market", wrote author Lois J. Robert in her book Ecuador in the Cacao Era

Juan Pólit and his brand JP cacao reached the port of Hamburg and from there to the palates of counts, duchesses and the European nobility who were delighted by his delicious Arriba cacao, single-origin Manabí. Later, JP cacao brand arrived in New York: his goal was accomplished.  

Life was prosperous for the inhabitants of the region. La Providencia was a city within Chone, with thousands of butlers and workers taking care of that precious Arriba cacao that was later fermented and stored by the grand house in the Ricaurte area. But in 1920s nature attacked mercilessly. The plague of the Witch's Broom decimated 70% of the Arriba cacao plantations in Ecuador, including those of Juan Polit. 

Almost all cacao was lost, that productive cacao land was forgotten, like its people. Many people immigrated to other cities in search of better days; others replaced cacao with other crops or with livestock.

My mother went to study at a boarding school, then emigrated with her family to a seaport in Manabí (Manta). She became a beautiful and elegant woman with whom my father fell madly in love. He was mesmerised by her soul of a leader, a social activist, a cultural ambassador helping the ones in need and fighting for injustices on behalf of vulnerable people. Gigi was a strong-minded lady wearing silky gloves.

However, never forgot to visit her family, who remained in Chone. At some point, she told me she once attended her cousin's wedding at La Providencia and remembered a beautiful soirée overlooking those magnificent cacao trees.

Years later, in this search for heritage cacao, we arrived in Upper Manabí; hand in hand with the Andrade family we rediscovered those cacao jewels from La Providencia that had survived the plague of 1920 and defied time.

It is a lush forest of cacao trees, imperfect, fragile, resilient, magnificent and strong. In memory of my mother and her ancestors, those who dreamt of leaving a legacy, we created Gigi, limited edition chocolate, made with that heritage cacao.

Hoping for the arrival of better days soon, we appreciate even more the beauty in the simple, the fragile and the imperfect things because at the end, that makes us deeply human. 

 

SPANISH VERSION / EN ESPAÑOL

 

Cacao de herencia: el arte de hacer bello lo frágil 

“Y ya que las ideas no son eternas como el mármol sino inmortales como un bosque o un río.” - Jorge Luis Borges.

Para nosotros es una amalgama de ambos, de lo eterno y lo inmortal. Unimos recuerdos e ideas, transformamos lo frágil e imperfecto en algo bello y creamos este chocolate en memoria de Gigi, mi madre. Para lograrlo, nos remontamos a descubrir la historia de una región, conectando con nuestros ancestros y reviviendo la gloria de estos antiguos árboles de cacao que aún yacen en ese valle donde ella nació.

Lo tengo todo tan presente como si fuese ayer. Su emoción al regresar a la hacienda La Magdalena en Chone, Manabí, Ecuador, donde creció, de abrazar a su tío Plinio y cruzar ese río cristalino en canoa para llegar a la hermosa casa rodeada de árboles de cacao Arriba. 

Su motivación por compartir con nosotros recuerdos y costumbres de su infancia no era fortuita, pues el vínculo de su origen debía impregnarse en nuestra memoria como parte de nuestro ADN.

Chone tuvo el renombre de ser cuna de hermosas haciendas de Ecuador donde elegantes hacendados vestidos de lino blanco y sombreros Montecristi hacían gala de cultivar las tierras más fértiles de la región y exportar su cacao a Europa desde hace más de cien años.

Desde inicios del siglo pasado cuando no se había descubierto el petróleo en el país y el Ecuador vivía de su abundante agricultura surgieron haciendas que marcaron una era: La Magdalena, Los Monos, La Primavera, El Olimpo, La Providencia, por mencionar algunas.

Puedo imaginar a mi abuelo cabalgando por ese imponente valle y a mi madre de niña con su vestido de flores, jugando entre esas plantaciones de cacao Arriba Nacional. Pues allí, Don Juan Polit, uno de los “grandes cacaos” de Ecuador, amigo cercano de la familia, fundó la hacienda La Providencia pieza esencial en la época dorada del cacao en Ecuador (1870-1920). El sembró cientos de hectáreas de cacao Arriba con la esperanza que cambiara la vida de la gente y que el cacao origen Manabí se conociera en el mundo.

Barcazas cargadas con cacao Arriba navegaban por el Río Chone hasta el puerto de Bahía de Caráquez.  “Desde 1884 empezaron a anclar buques extranjeros en Bahía. Los Estados Unidos establecieron una oficina comercial y tiempo después las compañías de negocios norteamericanas tomaron un acrecentado interés en el mercado cacaotero”, escribe la autora Lois J. Roberts en su libro Ecuador en la Época cacaotera.

El cacao con el sello Juan Pólit llegaba al puerto Hamburgo y desde allí a los paladares de condes, duques y toda la nobleza europea que se deleitaba con ese exquisito aroma cacao Arriba. Después JP Cacao hizo su arribo a Nueva York: su meta se había cumplido.

La vida era próspera para los habitantes de la zona. La Providencia era una ciudad dentro de Chone, con miles de mayordomos y peones cuidando, cosechando ese precioso cacao Arriba que luego fermentaban en los tendales al pie de la majestuosa casa en la zona de Ricaurte. Pero la naturaleza se ensañó con el cacao y en 1920 la plaga de la Escoba de Bruja decimó 70% de las plantaciones de cacao Arriba de Ecuador, incluidas las de Juan Pólit.

Casi todas se perdieron, esa fructífera tierra del cacao quedó en el olvido, al igual que su gente. Muchos de sus hijos emigraron a otras ciudades en busca de mejores días; otros reemplazaron el cacao por otros cultivos o con la ganadería.

Mi madre fue a estudiar a un internado de monjas, luego emigró con su familia a Manta, el puerto manabita. Se convirtió en una bella y elegante mujer de quien mi padre se enamoró con locura. No sólo de su belleza, sino de esa alma de líder y activista de causas sociales y culturales, que tendió la mano a los necesitados y luchó por injusticias de los vulnerables. Fue una mujer de opiniones fuertes que lucía guantes de seda.

Sin embargo, nunca dejó de visitar a su familia que permaneció en Chone. En algún momento me comentó que regresó a la boda de su prima en La Providencia, una bella celebración al pie de esos majestuosos árboles ancestrales.

Años después en esa búsqueda incansable del cacao de herencia llegué al Alto Manabí. De la mano de la familia Andrade redescubrimos esas joyas del cacao de la hacienda que fue de Juan Pólit y que sobrevivieron a la plaga de 1920 y desafiaron el tiempo.

Es un bosque árboles imponentes, imperfectos, frágiles, resilientes, realmente bellos y fuertes. En memoria de mi madre, sus ancestros, los que soñaron con dejar un legado, creamos Gigi, un chocolate de edición limitada, hecho con ese cacao de herencia.

Con esperanza de que lleguen mejores días en un futuro cercano, apreciamos aún más la belleza de lo sencillo, lo frágil, lo imperfecto porque, al final del día, eso nos vuelve profundamente humanos.

 
Juan Polit at his cacao estate La Provindencia in Upper Manabí, Ecuador. (Circa 1910).

Juan Polit at his cacao estate La Provindencia in Upper Manabí, Ecuador. (Circa 1910).

Gigi and her mother

Gigi and her mother

Our limited edition chocolate bar: Gigi - Heritage Cacao

Our limited edition chocolate bar: Gigi - Heritage Cacao

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