Carpe Diem
When are we going to enjoy it if not now? - Seneca asked at a table set out for him and his friends.
It's exciting every time we taste fine flavour cacao beans that arrive directly at our table. Leonardo brings them directly from his Arriba Nacional cacao plantation in Chone, Manabí, Ecuador. They have rested there since last April. Now, they are ready to be transformed into delectable chocolate.
The first time I tasted Arriba cacao beans was with my father, back in the eighties, when we harvested them on our farm in Santa Ana, Manabí. The memory is still vivid, so are his words, "with these cacao beans, will make exquisite chocolate," he said.
We roasted that cacao in a pan, winnowed it by hand and then grind it in an artisanal mill. I still remember that deep aroma and the unforgettable experience of making chocolate with my father, a pivotal moment in my life.
The result was dark chocolate cubes that made me the most popular girl in my school the next day.
Decades later, I would taste cacao liquor in Guanaja with a group of chocolate experts from various countries.
Years later, in my travels along Ecuador searching for fine flavour cacao, I would share many sunsets discovering the sensory profile of Arriba Nacional cacao and held long conversations with producers from Manabí, Guayas, Los Ríos and Esmeraldas. They taught me how to recognise the soul of fine flavour cacao when is well-harvested, selected, fermented and dried.
In those fields, I saw, on one hand, beautiful crops and producers committed to polishing that rough diamond into something special and on the hand, I saw other growers drying the cacao on the asphalt, cacao in poor conditions mixed with healthy cacao. The process did not matter, nor did the origin because it would be sold to big corporations that would roast the cacao at high temperatures to hide any defects. You would probably see it at in a fancy supermarket, under a recognised brand and at the price of a candy.
However, if you have a discerning palate, you will be looking for speciality chocolate. You will want to know its origin, who harvested the cacao, what is the variety, whose hands transformed it into that delectable chocolate you are about to taste. And you will be thrilled by the symphony of flavours that a bar of chocolate like ours offers you.
Are you going to enjoy it now? Well, yes, and it will be a delight for your soul. Seneca would feel proud of it.
SPANISH VERSION / EN ESPAÑOL
Carpe Diem
¿Cuándo vamos a disfrutar si no es ahora? Preguntó Séneca ante una mesa dispuesta para él y sus amigos.
Así nos sentimos cuando degustamos los granos de cacao Arriba Nacional que llegan directamente a nuestra mesa. Los trae Leonardo, vienen de su plantación de Chone, Manabí, Ecuador y han reposado allí desde abril, y ya están listos para ser transformados en chocolate.
La primera vez que degusté granos de cacao Arriba fue con mi padre, allá en los años ochenta, cuando los cosechábamos en nuestra finca en Santa Ana, Manabí.
La memoria aún sigue viva y sus palabras también, “con esto haremos un exquisito chocolate,” dijo. Tostamos ese cacao en una paila, los descascarillamos a mano y lo convertimos en un excelente chocolate mediante un molino artesanal. Aún recuerdo aquel aroma profundo de la experiencia de hacer chocolate con mi padre, fue un momento decisivo en mi vida. El resultado fueron unos cubos de chocolate negro que me convirtieron en la niña más popular de mi escuela al día siguiente.
Décadas después cataría licor de cacao en Guanaja con un grupo de expertos chocolateros de varios paises.
Años luego, en mis viajes en busca de cacao de origen, compartiría muchos atardeceres descubriendo el perfil sensorial del cacao Arriba y manteniendo largas conversaciones con productores de cacao de Manabí, Guayas, Los Ríos y Esmeraldas.
Ellos me enseñaron a reconocer el alma del cacao fino de aroma bien cosechado, seleccionado, fermentado y secado. En esos campos vi ambas cosas: por una parte, bellos cultivos y productores comprometidos a pulir ese diamante en bruto y por otra, a otros productores secando el cacao en el asfalto, cacao en pobres condiciones mezclado con cacao sano; al final de cuenta para ellos el proceso no era importante, ni el origen tampoco porque sería vendido a grandes corporaciones que tuestan el cacao a altas temperaturas para ocultar cualquier defecto. Después lo veríamos en una percha de supermercado, bajo una marca reconocida y a precio de golosina.
Pero si usted es dueño de un paladar exigente, buscará un chocolate de especialidad. Querrá saber cuál es su origen, quién cosechó el cacao, cuál es la variedad, qué manos lo transformaron en ese bocado de cardenal. Y se sentirá fascinado de la sinfonía de sabores que un chocolate como el nuestro le ofrece.
¿Lo disfrutará ahora? Pues sí, y será un deleite para el alma. Séneca estaría orgulloso de ello.